Impresiones del Ulises de Joyce

Todo es posible escribir, todo cabe en el papel; da lo mismo lo que publiques y como lo hagas mientras creas en tu trabajo. La regla es que no hay reglas; no hay respetos, solo una historia, una simple historia de un solo día.
Leí como un primerizo, respetando demasiado los soporíferos sin sentidos, las interminables galimatías que nadie dice, que quizás todos piensan. La hipergrafía del autor emerge sin atisbo de fanfarronería, más bien como una muestra de la confianza de aquel que olvidó y no le importa la crítica.
Fue una maratón de seis meses, al principio solo leía una página al día, después tres, y en mis mejores momentos de a diez. Cada capítulo, cada estilo, cada ritmo era más críptico que el anterior, más laberíntico; llegó un punto en que las referencias y nombres me llevaron por caminos de total desconexión, sin embargo, a pesar de todas las palabras y su longitud, se intuía que nada faltaba, no había nada que editar porque cada frase tenía su propio espacio, su densa densidad.
Las costuras de la creatividad estaban intencionalmente expuestas, combinaciones inusuales de lo convencional, en cada capítulo un realismo absurdo, anacrónico, crudo erotismo latente. Cada página es una posibilidad, una oportunidad de expansión de conciencia léxica; Joyce como maestro enseña con el ejemplo: con la desfachatez literaria de quien no tiene miedo de escribir.
Utilice el Ulises como maestro, reconozco que su lectura fue incómoda, un ejercicio de tolerancia, una montaña de persistencia que iba escalando día a día, palabra a palabra. Indescriptible la satisfacción de sentir algún tipo de avance o vinculación fugaz, de mirar hacía atrás las páginas leídas y contemplar orgulloso el camino avanzado.
Empecé a entender cuando dejé de hacerlo; renuncié a abordarlo racionalmente, y fue ahí cuando las letras poéticas emergieron; la poesía permite las faltas, las incongruencias, la ausencia de sentido; la poesía libera y perdona. Leyendo Ulises descubres que la vida es muy corta y que hacer lo que queremos siempre presentará un obstáculo: el tedio.
Ulises es un libro para escritores, porque solo aquel con alma de escritor puede estar dispuesto a perseverar en su imbricada e irrelevante lectura, porque sabe que
está aprendiendo, porque sabe que al finalizarlo podrá terminar cualquier cosa. Reconozco que después de la página final, aquellos libros clásicos que en otrora consideraba densos, hoy se vuelven accesibles, disfrutables.
Con Joyce te das cuenta que en el arte de escribir libros, la forma importa más que el fondo; que puedes publicar cualquier cosa que imagines mientras tengas el valor de hacerlo, mientras creas en el proyecto, mientras te importe un carajo las críticas de los demás.

17 comentarios sobre “Impresiones del Ulises de Joyce

  1. Honestidad brutal! Y así debe ser; nadie debería escribir por un like, por tener mas seguidores, bla…blan… En lo personal, no reniego de las criticas constructivas porque de uno y otro lado, esta la «buena leche»; de sugerir y mejorar en algún aspecto, recíprocamente. El escribir redulta una catarsis para el afuera, en donde nuestra silueta por poco que lo sea, queda reflejada en las letras. Un cálido saludo, querida amiga.

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  2. Una amiga recién licenciada en Historia, me comentó lo mucho que se había reído con Joyce. Con su Ulises y yo, trague saliva. Yo abandoné el libro en el 4 º capitulo. Me sonrojaba saber que había adoptado una estructura narrativa para cada capitulo me pareció de una erudición y un manejo del lenguaje en el que yo solo podía sonreír.
    No lo terminé. Volví con retrato de un artista adolescente y ahí sigue.
    Soy una lectora empedernida desde los 11 años y El Ulises de Joyce en mi humilde opinión es un tostón solo para intelectuales capaces de reconocer los ritmos y los estilos que configuran el 1º libro

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  3. Me ha encantado tu reflexión. A mí me pasó un poco como a ti, lo odiaba y lo amaba a partes iguales, pero lo terminé esperando cierta revelación. Posiblemente no fuera consciente en aquel momento de la grandeza de ese libro, solo del esfuerzo que supone para el lector acometerlo como un libro más y como tú bien decías terminas adentrándote en un laberinto sin solución. Creo que ahora lo disfrutaría mucho más que entonces. Un abrazo.

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